
Venus se preocupaba porque su hijo no maduraba y no crecía,
así que consultó con el Oráculo de Temis, que le dijo: «El amor no puede crecer
sin pasión». Venus no entendió estas palabras
hasta que nació su otro hijo, Anteros, que
es el dios del amor correspondido y la pasión, o amor que corresponde al
primero, y con el que Cupido no siempre está unido. Por eso se representa a
Cupido como un niño con alas, para indicar que el amor suele pasar pronto, y
con los ojos vendados para probar que el amor no ve el mérito o demérito de la
persona a quien se dirige, ni sus defectos, mientras se fija en ella. Cupido
además va armado con arco, aljaba y flechas, unas de oro para
infundir amor, y otras de plomo para quitarlo. Cuando Anteros y Cupido andaban
unidos, éste se transformaba en un joven hermoso, pero cuando se separaban
volvía a ser un niño con los ojos vendados, un amor «travieso y ciego», como
era representado.
Se acerca la San Valentín.