Cupido (llamado
también Amor en la poesía latina) es, en la mitología Romana, el
dios del deseo amoroso. Según
la versión más difundida, es hijo de Venus, la
diosa del amor, la belleza y la fertilidad, y de Marte, el
dios de la guerra. Se le representa generalmente como un niño alado, con los
ojos vendados y armado de arco, flechas y aljaba. Su
equivalente en la mitología
Griega es Eros.
Venus se preocupaba porque su hijo no maduraba y no crecía,
así que consultó con el Oráculo de Temis, que le dijo: «El amor no puede crecer
sin pasión». Venus no entendió estas palabras
hasta que nació su otro hijo, Anteros, que
es el dios del amor correspondido y la pasión, o amor que corresponde al
primero, y con el que Cupido no siempre está unido. Por eso se representa a
Cupido como un niño con alas, para indicar que el amor suele pasar pronto, y
con los ojos vendados para probar que el amor no ve el mérito o demérito de la
persona a quien se dirige, ni sus defectos, mientras se fija en ella. Cupido
además va armado con arco, aljaba y flechas, unas de oro para
infundir amor, y otras de plomo para quitarlo. Cuando Anteros y Cupido andaban
unidos, éste se transformaba en un joven hermoso, pero cuando se separaban
volvía a ser un niño con los ojos vendados, un amor «travieso y ciego», como
era representado.
Se acerca la San Valentín.
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